Mis queridos Exageraditos:

Comunicado:

Hola, en primer lugar quiero darte las gracias por visitar mi blog, sea porque pasaste de casualidad o llegaste a través de otra persona, en segundo lugar me gustaría realmente visitar también tu blog, y más si eres mi seguidor porque me gustaría ser tu seguidora también; sin embargo, mi querido amigo, muchas veces no he podido acceder a tu blog porque no es visible el enlace respectivo, no es por falta de interés...¡jamás!, así que te pido un favor, si pasas por aquí y me sigues o no, te invito a dejarme un comentario, porque así me es más fácil llegar a tu blog. Si así lo haces no dudes que te visitaré prontito.
Palabra de Nina ♥
Mira que ya pasaron por aquí:

Gracias...los quiero

martes, 14 de septiembre de 2010

¡Exámenes! ¡no!

Exámenes, exámenes, exámenes, ¿Quién habrá inventado los exámenes? Tal vez alguien que odiaba a los jóvenes, que detestaba verlos felices saliendo a pasear, o a tomar una soda con sus amigos, tal vez lo inventó un viejecito recontra amargado que no podía ver a los jóvenes disfrutando su juventud.
Hoy empieza la semana de exámenes en la facultad, ¡vaya semanita! Tengo que estudiar un millón de cosas y no sé por dónde empezar. Tendré que pedirle un break a mi bichito, pues no podré atenderlo como él se merece, el deber llama y si no hago caso, tendré de gratis el carga montón de mis padres al finalizar el ciclo, y yo ya conozco de que se trata todo eso. Sé que mi bicho entenderá, le pediría que me ayude a estudiar, y es más, él me lo ha insinuado, pero ya conozco también aquellas tardes y noches de “estudio”, ¡ni hablar!, de eso hablaremos después, le he dicho, y me ha mirado con sus ojillos de decepción, le he reiterado que esto sí es en serio, que éstos exámenes sí que determinan el curso de la historia, y que si no los paso, adiós a todos mis beneficios. Ya tengo la soga al cuello y del otro lado a mis padres apretándola de vez en cuando.
Reconozco que no tengo ningún método de estudio ¡Qué si leyendo en voz alta todo se irá guardando en mi memoria!; ¡Que si lo escribo se fijará mejor!; ¡Que si dejo que alguien me lea aprenderé más rápido! Sin embargo ni lo uno ni lo otro me funciona, pues al momento de disponerme a estudiar, empieza a sonar el teléfono, “que si vamos a tal reunión”, y yo respondo: “no puedo, estoy estudiando”; ¡si claro! escucho decir del otro lado. Además de ello, no puedo dejar de pensar en mi bichito, ¿En dónde estará?, ¿Qué estará haciendo?, ¿Con quién estará?, y eso me fulmina al instante; cierro los libros y empiezo a recordar lo lindo que lo pasamos hace un día, y hoy me veo recluida en mi habitación, con una pila de libros cuyos autores murieron hace tiempo y seguro que pasaron mejor vida que yo. Entonces fuera de toda cordura me levanto me acicalo y salgo a tomar un poco de aire, el ambiente enrarecido por libros, me quitó las ganas de estudiar en mi habitación, así que tomo mis libros y salgo a buscar una buena banca frente a algún apacible parquecillo, intentando encontrarle sentido a lo que he tratado de leer.
Me acomodo bien, asumo la típica posición del estudiante empeñoso en aprender, abro el libro de texto, en cualquier página, da lo mismo, pero al instante el móvil suena con un mensaje de mi bicho: “¡te extraño mucho, hace cuánto que no nos vemos, bichita!” y eso es todo, dejo a un lado los libros y empiezo a mensajearme con mi bichito: “¡desde ayer, bichito, desde ayer que no nos vemos!” …
La tarde es joven, quedamos en vernos para que me ayude a estudiar, pero tanto él como yo sabemos que de estudios nada que ver, el amor me ganó la batalla…¡Sólo necesito un milagro a fin de ciclo!

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