Amigos, ¡auxilio! Esto es peor que privarme de mis vacaciones, esto es peor que recortarme mis propinas de los domingos, esto es peor que volver a llevar los cursos de matemáticas, esto es peor que el brócoli, ¡esto es un desastre! Como recuerdan los padres de mi bicho, empecinados en que su baby estudie algo en vacaciones, le habían sugerido que tomara algunas clases de música, karate, etc.; sin embargo, ahora cambiaron de planes y sin que hayamos tenido que mover un solo dedo; pero lo que le espera al pobre bicho es peor, mucho peor, sus papis le han encargado la genial tarea de cuidar de su hermanito, del menor de la casa. En realidad sólo son dos hermanos, pero el peque vale por diez; el niño que, según mi opinión es una mezcla de "chucky" y "Freddy Krueger" junior, aspirando a convertirse en Jackson de viernes 13, es todo una calamidad, y más fácil hubiese sido entrenar un dragón que cuidar de él. El peque es un niño con cara de barney que es la pesadilla de todo su barrio. Ese niño está “trastornado”, realmente lo está, tiene 8 años y a mí se me paralizan los pelos cada vez que lo veo con su dulce sonrisa regordeta, y sus manitas siempre escondiendo algo seguramente horrible.
El peque ése, que en su casa es un primor, que ayuda a su mami a cocinar y que con su papi juega al niño bueno, es una cosita sacada de los mil avernos. Ustedes dirán que soy exagerada, pero cuando les cuente lo que ese pequeño demonio me ha hecho, me darán la razón. Cierto día en que mi bicho y yo planeamos ir al cine, el enano ese se apuntó para ir con nosotros, puso su carita de “yo no fui”, y su madre de una mirada fulminante conminó al bicho a cargar con su hermanito. Al principio me pareció buena idea, total, parecía un encanto ¡cómo me miraba con sus brillantes ojillos de sapo!, ¡cómo me sonreía con su boquita colorada por el chupetín que se engullía! Llegamos al cine, y tras aproximadamente unos veinte minutos salió a relucir el pequeño monstruo que había en él. Sentado en medio de nosotros, nos miraba esperando a ver el momento propicio para hacer sus fechorías. Reconozco que la película que fuimos a ver no era apta para el chiquitín, pues era una de terror y en ese entonces él tenía algo de cinco años, sin embargo no se le movió ni un pelo en los momentos más sangrientos, por el contrario, si hubieran escuchado su risa malévola como sacada del averno, sus ojos clavados en la enorme pantalla pidiendo más y más, mientras se reía a sus anchas. Demás está decirles que la risa del peque me empezó a dar mucho más miedo que la peli. En un momento dado cesó su risilla diabólica y se lanzó a mis brazos fingiendo un miedo repentino, que yo torpemente me creí. Lo abracé con ternura y éste gusanillo me miró con ojos de niño bueno y luego siguió viendo la película como si nada hubiera pasado. Salimos del cine, el bicho me dejó en mi casa y al llegar allí, grande y terrible fue mi sorpresa al ver que el pequeño demonio me había pegado el chicle de su chupetín en mi cabello, que para ese entonces lo llevaba hasta los hombros; Y lo había hecho de tal manera que me fue imposible evitar que me cortarán el pelo. Mi madre tuvo que arrastrarme hacia el salón de belleza. Todo el camino me fui llorando, pues sabía que la gracia del “chuki” me iba a costar caro. Y así fue, ese día me tuvieron que hacer un corte tipo hongo de “horror”. Recuerdo que por cerca de dos semanas no salí de mi casa. Y cada vez que el aire se colaba por mi pelado cuello, yo me sentía morir. Desde ese entonces me he cuidado las espaldas de aquel enano; sin embargo, una que otra vez me ha hecho de las suyas. En un descuido mío ha vomitado en mi blusa, ha echado tierra en mi leche, me ha mordido la oreja, ha rayado mis cuadernos y me ha vuelto a pegar chicle pero en mi cartera, etc. Y ahora su mamacita quiere obligar a mi bichito a hacerse cargo de él durante todo el verano ¡no! ¡Definitivamente no! Prefiero quedarme encerrada en mi casa; el pelo me creció y no pretendo cortármelo. Amigos S.O.S alguien conoce algún internado bien, pero bien lejos de Perú, donde enviar a este niño o alguna técnica de hipnosis o una correccional para niños de 8 años, o lo que sea con tal de salvar mis vacaciones de verano ¡please!