Mis queridos Exageraditos:

Comunicado:

Hola, en primer lugar quiero darte las gracias por visitar mi blog, sea porque pasaste de casualidad o llegaste a través de otra persona, en segundo lugar me gustaría realmente visitar también tu blog, y más si eres mi seguidor porque me gustaría ser tu seguidora también; sin embargo, mi querido amigo, muchas veces no he podido acceder a tu blog porque no es visible el enlace respectivo, no es por falta de interés...¡jamás!, así que te pido un favor, si pasas por aquí y me sigues o no, te invito a dejarme un comentario, porque así me es más fácil llegar a tu blog. Si así lo haces no dudes que te visitaré prontito.
Palabra de Nina ♥
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Gracias...los quiero

martes, 24 de agosto de 2010

Esa camisa ¡no!

No entiendo a mi novio, a veces es como si se esforzará en hacerme disgustar. La semana pasada por ejemplo, nos encontrábamos en una tienda comercial, buscando ropa para él. Todo iba bien, hasta que divisó a lo lejos algo que llamó su atención. Me tomó de la mano y no paró hasta que me plantó frente a una camisa de color negro con rayas verticales, de esas que se ciñen descaradamente al cuerpo de los hombres, esas confeccionadas para metrosexuales y chicos bien dotados, esas que si no tienes un buen cuerpo desapareces dentro de ella. Mientras miraba la fea camisa, alcancé a ver cierto brillito que aparecía en los ojos de mi chico. Al ver que le estaba gustando de veras aquella prenda, recuerdo haberle dicho de lo más mimosa: “amor, esa camisa es muy ceñida, es para otro tipo de cuerpos con un poquitín más de carnita”. Eso fue suficiente, me fije bien en su mirada de “ya verás” y con ello me sepultó socialmente, pues pasados unos días, oh, sorpresa, frente a mi casa y listo para acompañarme a una reunión con mis amigos, he allí sobre su delgaducho cuerpo la mencionada prenda, que sobre él parecía reducirlo a sólo hueso y pellejo. Demás está decir que en la reunión, mis amigas no se molestaron en disimular las ganas de burlarse de la musculatura de mi adorado tormento. Yo por mi parte me mostré serena en todo momento, no gruñí, no dije nada, reí toda la noche hasta que la cara me quedó marcada por la falsa sonrisa. De regreso a casa, sentí que algo iba en ebullición en mi interior; una vez en mi casa, saqué fuera todo mi desencanto, le grite en la cara lo desconsiderado que era al haberse comprado aquella horrible camisa que yo detestaba, que no valoraba mis gustos y hasta estuve a punto de hacerle ver lo triste de su escaso cuerpo, pero menos mal frené al tiempo esta lenguilla que ya se me iba de las manos.
La discusión, si puede llamarse así, fue acalorada, la vehemencia de mis palabras se mezclaba con mi rabia guardada durante toda la velada. Él por su parte sereno y sin inmutarse me miraba como a un bicho raro, como a una criatura salida del inframundo que se estaba convirtiendo en una bestia salvaje. Una vez que saqué fuera todo lo que tenía, él me fusiló de un solo tiro. Me dijo que hubiera bastado con que yo le hubiera pedido que se cambiara de camisa para ir a la reunión. ¡habráse visto con este hombre!, y es que así parecen ser la mayoría de los hombres, que esperan a que la mujer tome las decisiones hasta de lo que han de ponerse encima; ahora ya sé que en adelante bastará con una palabra mía, para que este bichito adorado, haga mi soberana voluntad. De nada me sirvió ser mimosa y soportar con valor su desatino durante toda la noche, debí haberle puesto el alto al momento en que lo vi con esa ridícula camisa y de una oreja debí haberlo enviado a su casa para que se vista con algo que disimulé su delgadez y no que la exhiba sin tapujos y menos delante de mis amigas.
Moraleja chicas, a los hombres hay que traerlos cortitos, para no pasar mordiéndonos los labios cualquier otra noche cuando salgamos con nuestro bicho aunque sea para dar un simple paseito.

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