De compras!!!

Pero qué lindo día he tenido ayer. Para empezar grábense bien: “¡todas somos lindas!”, y el que diga lo contrario, pues esta pasado o no ve bien; lo bueno es que todavía hay hombres que aun tienen la valentía de regalar rosas. Ayer por ejemplo mi bichito como nunca me ha regalado una rosa roja de lo más mona y me ha felicitado por el día de la mujer; además ha ido a saludar a mi mamá llevándole también una rosa y algo de fruta. Mi papi lo agarró en la entrada de la casa y le dijo irónicamente: “¡ganando puntos, eh bicho!”, mientras le quitaba una de las manzanas que llevaba. Mamá se volvió loca de contenta y hasta le ha perdonado el vaso que rompió el otro día en un almuerzo. Luego salimos a pasear y yo, aprovechando que mi bicho estaba complaciente, me lo llevé a comprar zapatos. Debo reconocer que la cara que puso reflejaba dramáticamente un suplicante: “¡No, por Dioooosssss!” pero aún así, ha tragado saliva, ha sonreído y se ha puesto en marcha.

En las tiendas habían muchísimos zapatos para escoger, de todos los colores y formas, a mi me gustaron todos, pero sólo podía comprarme dos, así que me puse a escoger. Debo reconocer que había todo tipo de vendedoras, desde algunas muy confianzudas que empezaron a charlar con mi bicho y hasta le ofrecieron probarse algunos zapatos; hasta otras que no sabían ni el precio, ni las tallas que había. El bicho sintiéndose el centro de atención, no se daba cuenta de todo lo que hacen estas chicas por vender, por poco y lo confunden con Robert Pattinson, “¡Oh por Dioooossss!”. De rato en rato le echaba una miradita para ver si mi bicho aún respiraba, pues muchas veces tuvimos que subir escaleras, bajarlas y nuevamente subirlas porque a mí me parecía que había un zapato que me gustaba, pero no sabía dónde estaba. Pero como soy una enamorada muy comprensiva, le di un respiro de cinco minutos y luego retomamos la odisea.

Les confieso que eso de comprar zapatos me aloca, quisiera probarme todos los modelitos y siempre me gusta preguntarlo todo, el bicho ya me conoce y siempre suele inventar mil excusas para no ir conmigo…pero esta vez tuvo que acompañarme.

Al final del día encontré mis zapatos y estaban súper baratos, así que me alcanzó para llevarme tres pares. Mi bicho me llevó a mi casa, y allí pude ver cómo se le cerraban sus ojitos de sueño; sin embargo, los abrió bien grandes, cuando yo (de broma, claro está) le propuse que hoy me acompañe a comprarme ropa (otro de mis vicios), ante lo cual me abrazó, me dio un besito y con las mismas, aceleró el paso de regreso a su casa…